Dentro de nuestro
cuerpo tenemos un gran ejército llamado sistema inmunológico que nos defiende:
nos defiende de posibles intrusos como virus, bacterias, parásitos y hongos;
también se activa en caso de haber ingreso de tóxicos, realizando el mayor
esfuerzo por eliminarlos o tenerlos bajo control para que no generen enfermedad.
El sistema de defensa
se comienza a fortalecer desde el mismo momento en que nacemos y lo hace cada
vez que nos exponemos a diversos compuestos medioambientales: leche materna, alimentos,
polvo, olores al igual que guarda memoria de los patógenos a los cuales nos
exponemos.
Mantener fuerte y sano
nuestro sistema inmunológico es fundamental ya que esto nos previene ante la
entrada de intrusos pero también nos ayuda a averiar las fallas que pueda tener
nuestro cuerpo. Por ejemplo, nuestro sistema inmunológico detecta células
anormales, como las cancerígenas y las elimina evitando que produzcamos tumores
o cáncer.
Los cambios de
cualquier tipo estresan al sistema inmunológico: por ejemplo los cambios de
clima, pero también, a final de año es más común sentir agotamiento o ser
susceptible a infecciones debido a que en
esta época hay cambios en la rutina laboral puesto que hay que entregar trabajos,
realizar exámenes finales, etc., al igual que hay cambios en la rutina diaria.